Podemos asegurar que don Carlos Moreno conoce cada uno de los rincones del Colegio Cordillera. Eso porque ha pasado gran parte de su vida por esos pasillos y salas de clases.

Llegó al Colegio en 1981, cuando entraron los primeros alumnos, por lo que lleva más de 40 años enseñando en el Colegio. Fue profesor de Religión, siempre querido y respetado por todos.

Aprovechando que este año la 1º generación de Leones cumple 30 años de egresados del Cordillera, quisimos conversar con quién fuera su profesor en sus primeros años.

Don Carlos, usted empezó a trabajar en el Colegio cuando recién se formó ¿Qué recuerdos tiene de esos primeros años del Colegio?

Hay como dos primeros  años del colegio. La primera es cuando comenzamos al alero del Tabancura donde los dos colegios funcionaban en básica como uno solo, pero había una diferencia que se notaba en los chalecos del uniforme. El Cordillera usaba una «C» y los otros una «T» y el principal desafío era ganarle a nuestro clásico rival.

La segunda etapa de esos comienzos es cuando nos trasladamos a San Carlos de Apoquindo. Estábamos casi en medio de la nada, alrededor había unas pocas casas y al fondo del sitio existía un bosque de pinos donde salíamos a buscar bichos para la clase de Ciencias Naturales.

¿Qué es lo que más le ha gustado de trabajar en el Cordillera? Y como profesor de los cursos más chicos, ¿Qué anécdotas recuerda de todos estos años?

Lo que más he valorado del Colegio es  que fui desarrollando con los años mi vocación profesional. Le tengo aprecio a lo que he hecho para colaborar en la educación de los niños, es algo de lo que no me arrepiento de haber elegido.

Las anécdotas son variadas como por ejemplo  en una oportunidad que les hablaba a alumnos de una clase de primero básico sobre la Creación, uno me preguntó si yo había conocido a los dinosaurios.

¿Qué ha sido lo más gratificante que ha vivido en el Colegio?

Lo más gratificante es cuando podemos sacar adelante a aquellos niños que presentaron dificultades y que lograron salir adelante porque se puso mucho esfuerzo para que lograran superar sus problemas.

Ha visto pasar muchas generaciones de alumnos, muchos ahora vuelven como apoderados ¿qué siente cuando vuelve a encontrarse con Cordilleranos como apoderados?

Es una gran alegría volver a encontrarse con papás que traen a sus hijos al Colegio. Me tocó hacer algunos años atrás entrevistas de postulación y escuchando los motivos por los cuales volvían al Cordillera afirmaba esa gratitud por lo que ellos habían recibido en su formación.

El trato es más sencillo  porque nos conocemos y hay una historia que se ha vivido en un ambiente de respeto y cariño.

¿Qué mensaje le gustaría enviarle a los más de 1.700 cordilleranos que han pasado por sus salas?

Les diría que traten de mantenerse en contacto, cultiven la amistad que hicieron durante los años que pasaron en el Colegio.

No se olviden de ninguno de sus compañeros, apoyen a los que están en alguna dificultad

y si pueden: ¡pongan a sus hijos en el Colegio!.

¡Muchas gracias don Carlos por todo lo que le ha entregado al Cordillera!